El último lunes
del mes de mayo de cada año se les rinde honor a los caídos
en las guerras de los hombres; es lo que conocemos como el Día
de Recordación. Muchas vidas se han perdido y se siguen
perdiendo en ese flagelo de la humanidad que es la guerra.
Guerras muchas veces de dudosa justificación. Pero hay
batallas de otra naturaleza que tienen que librarse y que nos
redimen de nuestro pecado y de nuestra insuficiencia. Estas
batallas son las batallas de la fe.
“Digo:
¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria y el hijo del
hombre para que lo visites?” Salmo 8:04
Las
batallas de la fe han costado también muchas vidas y
sacrificios. En estas batallas el enemigo no es el otro
hombre. El enemigo es el pecado y la indiferencia hacia
Dios, nuestro Creador. La sangre que se derrama no es la de
nuestro semejante; sino la sangre de los mártires que lo
sacrifican todo, incluyendo sus vidas, en su empeño por
difundir el evangelio de nuestro Señor Jesucristo aquí en la
tierra.
Como indica el
Salmo citado: Dios se acordó y tiene memoria de nosotros. Se
acordó a tal extremo, que envió a su Hijo Jesucristo para
posibilitar nuestra justificación ante Él.
Recordemos con
reverencia y agradecimiento a los caídos en las batallas de la
fe, y a aquellos que hoy arriesgan sus vidas adelantando el
reino de Dios en la tierra.
Para los
cristianos, todos los días deben ser:
“Memorial Day”.
Tu hermano en Cristo,
Neftalí Rivera
Nieves
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