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Un “sujeto” y un “predicado” hacen una oración |
Se nos enseñó en la escuela, desde tercer
grado, que ninguna oración está completa si no tiene un
“sujeto” y un “predicado”. La oración puede ser tan corta
como: “Jesús, lloró”.
En el campo religioso, la oración es comunión
directa con Dios. De la Biblia copiamos algunos de los muchos
casos en que la comunión con Dios fue efectiva:
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El siervo de Abraham ora, y aparece Rebeca como
esposa para Isaac. Génesis 24:12-16
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Jacob ora, y el ángel de Dios concede que la
venganza de su hermano Esaú se cambie en amor fraternal.
Génesis 32: 24, 32 y Génesis 33:4
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Moisés ora, y los Amalecitas son vencidos. Éxodo
17: 8-14
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El rey Asa oró, e Israel gana una batalla
gloriosa. 2 Crónicas 14: 11-15
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Josafat ora, y la ira de Dios se cambia en
cariño. 2 Crónicas 20: 6-17
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Eliseo ora, y las aguas del Jordán se dividen. 2
Reyes 2:14
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Eliseo ora, y un niño muerto vuelve a la vida. 2
Reyes 4:32-36
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Nehemías ora, y el corazón del rey se suaviza.
Nehemías 1:4-11, Nehemías 2:1-8
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La Iglesia ora, y Pedro es liberado de la
cárcel. Hechos 12:5-18
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Pablo y Silas oran, y un terremoto conmueve los
cimientos de la cárcel y las cadenas de todos se sueltan.
Hechos 16: 25-29
Alguno de estos casos, ¿se asemeja a la necesidad
que usted tiene de comunión directa con Dios? Si Dios obró en los
casos citados, obrará en los que usted solicite. Pruebe tener
comunión directa con el Padre Celestial. Es tan sencillo como una
oración del lenguaje con “sujeto” y “predicado”.
Hna. Esther Gely
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