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“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y
abre la puerta entraré a él, y él conmigo.”
Apocalipsis 3:20 |
Con frecuencia nos enteramos por los medios de comunicación sobre
cenas que se ofrecen a invitados especiales en altas esferas de
gobierno. Se invita a la cena a quién honrar; a la vez quién es
invitado se siente objeto de consideración especial. La cena es
un buen motivo o medio para provocar la conversación relajada y
amena. Importantes asuntos se tratan en cenas de estado o de otra
índole.
También en el mundo de los negocios se acostumbra a
dilucidar asuntos de importancia a través de cenas en donde se
establece el clima de camaradería que facilita el proceso de
negociación. Grandes y pequeños acuerdos se logran en medio de
una cena o almuerzo.
En el versículo bíblico citado, el Señor toca a nuestra
puerta. Su entrada a nuestra vida la deja a nuestra discreción.
Si le permitimos entrar cenará con nosotros; o lo que es lo mismo,
nos dará la oportunidad de conocerle, de intimar con El, y
exponernos a su gracia salvadora. Dejarle entrar a nuestra vida
es una decisión de trascendencia eterna.
Amigo lector, mi invitación es el momento que lees estas
líneas, es a que abras la puerta de tu corazón al Señor
JESUCRISTO y le permitas cenar contigo; o lo que es lo mismo,
intimar contigo y transformar tu vida para siempre.
Tu hermano en Cristo,
Neftalí Rivera Nieves |