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“Los ojos de Jehová están sobre los justos, Y atentos sus
oídos al clamor de ellos”. Salmos 34:15
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El adelanto tecnológico en los diferentes campos
del saber humano cada día nos asombra más. Uno de estos campos es
el de las comunicaciones. En las últimas décadas se ha adelantado
más en este campo que en los dos siglos que han pasado desde la
revolución industrial. La comunicación mediante satélites
estacionarios nos permite la comunicación casi instantánea con
cualquier parte del mundo. La comunicación con DIOS es también
instantánea.
Para que haya buena comunicación, tiene que haber
un buen emisor y un buen receptor de señales. Sabemos que en el
espacio hay todo tipo de señales que, aunque no sean audibles,
llegan a la antena del receptor. A estas señales se les conoce
como ruido. Un buen receptor ignora todas las señales excepto
aquellas a las cuales está sintonizado. El receptor tiene lo que
conocemos como un filtro electrónico.
Los oídos de Jehová están atentos al clamor de
nosotros, su pueblo, como lo expresa el Salmo citado. Pero para
que haya buena comunicación con Dios, quien es un buen emisor,
tiene que haber buena recepción de parte nuestra. Tenemos que
tener el deseo consciente de escucharlo y la sensibilidad
suficiente para, entre tanto ruido que llega a nuestros oídos
(nuestra antena), distinguir la voz de Dios que nos llega a través
de su palabra y de tantas otras maneras.
Procurar la comunicación con Dios, o sea
sintonizarnos con El, es apremiante en el mundo de hoy para
mantener nuestra salud espiritual y emocional; lo demás viene por
añadidura.
Tu hermano en Cristo,
Neftalí Rivera Nieves
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