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“Abogaste, Señor, la causa de mi alma;
redimiste mi vida”
Lamentaciones 3:58 |
Las primeras planas de los periódicos nos informan
sobre lo que algunos consideran el juicio del siglo en Puerto
Rico. Después de mucha argumentación en pro y en contra de los
acusados, en última instancia la absolución o condena la deciden
doce ciudadanos comunes. La justicia del hombre es imperfecta y
personas inocentes pueden terminar en prisión, así como personas
culpables pueden permanecer en la libre comunidad.
Hay un juicio del cual no podemos escapar. La
Biblia nos dice en Romanos 3:23: “…por cuanto todos pecaron y
están destituidos de la Gloria de Dios, siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en
Cristo Jesús, …”
Ante Dios no podemos justificarnos a nosotros
mismos, pero Dios que es justo también es misericordioso. En 1ra.
Juan 2:1, “…y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con
el Padre, a Jesucristo el justo”.
Hermano que lees estas líneas, Jesucristo es
nuestro abogado defensor. Es el que aboga la causa de nuestras
almas; esto, nuestro pecado y nuestra iniquidad. Es el que redime
nuestras vidas, como establece el versículo que introduce esta
reflexión.
Mi invitación en esta hora es a que aceptes a
Jesucristo como tu Salvador y lo hagas el abogado que te
represente ante el Tribunal Divino y asegures así tu justificación
eterna.
Tu hermano en Cristo,
Neftalí Rivera Nieves
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